Gabriel Baltazar

Todo comenzó con un intercambio de acusaciones, por un lado el PAN presentó un spot en el que se decía “Peña es un mentiroso, no cumple” y afirmaban que había incumplido dos de sus compromisos; mientras que el PRI, acusó a Vázquez Mota de mentir sobre los 3 millones de pisos firmes construidos cuando era secretaria de desarrollo social.

Desde que comenzaron estas acusaciones, el PAN invitó al PRI a debatir sobre el cumplimiento o no de los compromisos de Peña Nieto, el Lunes, Coldwell el Presidente del PRI aceptó la invitación del PAN; pero estableció la condición de que se realizara en el verdadero lugar del compromiso 127; pues mientras el PAN afirmaba que el distribuidor “Las Armas” era un compromiso incumplido, el PRI decía que ni siquiera formaba parte de los compromisos de su candidato.

En un segundo comunicado, Coldwell le informaba a Madero, el Presidente del PAN, el lugar preciso del debate y reiteraba que el PAN, se equivocaba al afirmar que ese distribuidor fuera un compromiso de Peña Nieto. La fecha, Martes 17 de abril, la hora, 5 de la tarde; moderador, Javier Solórzano. Todo estaba listo para “la mesa de la verdad”.

Lo que en realidad sucedió fue una breve y confusa discusión, el PAN decía que estaban en cierto lugar, que sí existía el compromiso 127 y que no había sido cumplido; su contraparte contestaba exactamente lo opuesto. No se trató ningún otro compromiso; los vítores y los abucheos de los presentes, hacían imposible distinguir lo que decían los políticos en la mesa. No hubo diálogo y solamente quedaron en evidencia como políticos incapaces de escuchar y responder; carentes de preparación e información para participar en ese debate.

Desde la concepción misma de este evento parecía destinado al fracaso, evidentemente el escenario no fue neutral, no se contó con la participación de los representantes de los otros dos partidos y no hubo orden, ni planeación alguna. El resultado fue contraproducente, quien haya visto esta “mesa de la verdad” probablemente habrá perdido interés en seguir los debates; además se levantan suspicacias y rumores sobre la complicidad de estos partidos y lo que es más triste, arrebatan a la ciudadanía un ejercicio que es suyo- el de la rendición de cuentas- y lo ridiculizan.