Alfredo Montufar-Helu Jiménez

 

En los últimos diez años, a la par de una revolución informática y tecnológica, el Internet se ha convertido en la herramienta más importante de promoción democrática en el mundo. Si la Primavera Árabe no es prueba suficiente de ello, solamente hace falta prestar atención a los diversos acontecimientos en Asia Oriental.

En China, por ejemplo, gracias a las redes sociales y a los blogs se ha roto el estereotipo de una sociedad pasiva que espera las dadivas de un gobierno paternalista, y que baja la cabeza ante los abusos de sus servidores públicos. Al amasar sus críticas en diversos fórums, con la amenaza implícita de realizar demostraciones públicas que pueden causar inestabilidad social, los “netizens” chinos han logrado presionar a las autoridades centrales en diversas ocasiones para castigar a oficiales corruptos.

Pero no hay que ir tan lejos, México es claramente partícipe de esta revolución. A menos de dos meses de elegir a la persona que nos gobernará hasta 2018, las redes sociales se han convertido en uno de los más importantes frentes de batalla de cada uno de los candidatos por quienes votaremos el próximo 5 de julio. Contrario a lo que se podría pensar, esto no se debe a la cantidad de votos que se puede obtener por medio de una buena campaña informática. Más que proselitismo político, los esfuerzos de las campañas en redes sociales se han enfocado al control de daños. Y esto se debe a diversas razones.

Las redes sociales, en primera, han servido como una plataforma para que miles de mexicanos expresen sus opiniones sobre el proceso electoral. En segunda, han servido como un medio para compartir y esparcir información, así como análisis relevante sobre los candidatos y sus gabinetes, sus cualidades y sus propuestas de campaña. En tercera, han servido para movilizar y, lo que es más importante, organizar a la opinión pública.

Además, a través de las redes sociales se han podido evidenciar las mentiras y tropiezos de los candidatos, así como sus intentos para manipular la opinión pública—la mayor parte de las veces en contubernio con los medios de comunicación más importantes del país. Finalmente, el uso de redes sociales, blogs y otras herramientas de Internet es mayoritariamente joven.

Esto es importante, pues en diversas ocasiones a través de la historia (e.g.: los movimientos de 1968) las generaciones jóvenes se han convertido en la base de demandas sociales dirigidas a cambiar situaciones con las que la sociedad en general no está de acuerdo. Lo que nos diferencia de las generaciones pasadas es la rapidez y el alcance de la información gracias a la revolución tecnológica y, especialmente, al Internet. Hoy por hoy, los mexicanos estamos más conscientes sobre la realidad de nuestro país que en periodos anteriores.

Pero las redes sociales son también un arma de doble filo. En cualquier democracia (sobre todo en una tan joven como la de México), el elemento mas importante para mantener la fortaleza de nuestras instituciones—formales e informales—es la cultura cívica. El respeto y la tolerancia a las ideas y valores de quienes están a nuestro lado y, por ende, la capacidad de pedir lo mismo para nosotros mismos es un elemento esencial de esta cultura cívica

Si bien el Internet ha servido para presionar a nuestro gobierno y para registrar las promesas de los candidatos con el fin de exigirle al ganador que cumpla las suyas, la forma en que algunos individuos lo usan lo ha convertido en una herramienta de desinformación. Lo único que logra descalificar sin más es perjudicar la formación de una cultura cívica crítica. Si queremos ser tomados en cuenta, si no queremos ser descalificados o derrotados fácilmente por la manipulación de información mediática, es necesario que presentemos argumentos y que estemos dispuestos a escuchar y analizar opiniones distintas.

Dar la cara con argumentos y con respeto es la mejor forma de avanzar hacia un nuevo México. Es hora de que los “netizens” mexicanos actuemos por un mejor futuro. Y es que este es un momento extremadamente importante que, si se desaprovecha, tendrá graves repercusiones y seguirá afectando al país: nosotros somos la generación que hará el relevo a los líderes actuales. No muchas generaciones han podido decir lo mismo. Este es un parte aguas; es necesario que lo aprovechemos y actuemos para tener un mejor futuro.