Cuando Muhammad Yunus presentó a un banco su propuesta de otorgar microcréditos a personas pobres, principalmente mujeres, se rieron en su cara. El tiempo le dio la razón el Banco Grameen, en tan sólo unos años logró lo imposible, convencer al mundo de que los pobres pagan mejor que los ricos; de esta forma les pudo devolver un poco pan y la dignidad que les habían robado.